Dedicado a mi padre, nazareno más antiguo de la Cofradía de la Sagrada Cena Sacramental y persona que nos inculcó desde pequeños el amor hacia nuestros Sagrados Titulares.
Hace unos días viajamos hasta Sevilla para visitar el taller de Hernández SanMartin doradores, artesanos que van a acometer el dorado del trono del Señor de la Sagrada Cena. Una empresa de gran envergadura, quizás la más importante que a nivel patrimonial tenemos que afrontar la nueva Junta de Gobierno.
Hace unos días viajamos hasta Sevilla para visitar el taller de Hernández SanMartin doradores, artesanos que van a acometer el dorado del trono del Señor de la Sagrada Cena. Una empresa de gran envergadura, quizás la más importante que a nivel patrimonial tenemos que afrontar la nueva Junta de Gobierno.
El taller se encuentra situado en la calle Pizarro, colindante al del tallista Manuel Guzmán. En un principio, pretendíamos encargar la finalización del trono del Cristo a este afamado taller, puesto que lo procesionábamos era un “apaño provisional” que ha durado cerca de 40 años. Además, allí se realizó el trono y, con buen criterio, pensábamos que lo oportuno pasaba por encargarles su restauración y finalización.

El nuevo trono del Misterio de la Sagrada Cena se encargará a los talleres de D. Manuel Guzmán Bejarano, insigne tallista y discípulo de Luis Jiménez, figura ya destacada por aquellos tiempos. Como anécdota señalar que, en ese momento, en el taller de Guzmán se estaban ejecutando otra de las andas procesionales que más renombre dieron a este tallista: el paso de las Tres Caídas de Triana, que tanta similitud guarda con el de la Sagrada Cena de Málaga.
Más volviendo al asunto del “apaño provisional”, explicaremos el porqué. El nuevo trono de la Sagrada Cena llegó a Málaga con suficiente antelación antes de su bendición, el 10 de Marzo de 1.971. Me cuenta José Antonio Salcedo que, cuando los hermanos de la Cofradía se disponían a subir el grupo apostólico al trono, notó el gesto contrariado de mi padre, que no hacía más que repetir que todos no iban a caber. El comentario pesimista de mi padre no fue tomado demasiado en serio. Pero, con los minutos, algunos fueron cambiando el semblante, hasta comprobar que restaban imágenes por subir y no quedaba espacio material en el trono.

Sin embargo, pasada la Semana Santa de 1.971, el trono –sin que conozcamos las causas- no volvió a Sevilla pa
ra ser finalizado. Quizás fueran motivos económicos, quizás olvido. Desavenencias con el tallista queda también descartado, puesto que el recuerdo que el Guzmán Bejarano guardaba de nuestra Cofradía era inmejorable. Es más, el maestro diseñó y regaló a la Hermandad un proyecto de retablo, en panadero desconocido, al que ya hice referencia en un artículo para la página web no oficial de la Cofradía de la Sagrada Cena, allá por el año 2.001.

La nueva Junta de Gobierno pretende devolver el esplendor al trono de la Sagrada Cena ciñéndose al proyecto original. Para ello han de que tallarse algunas partes, recolocar otras y agrandar las cartelas; asimismo, ejecutar las escenas de los relieves en madera, que durante todos estos años procesionaban provisionalmente con pinturas de mediocre calidad.
Hoy por hoy, lo que en un principio era un total acuerdo con Manuel Guzmán, -hijo y heredero del taller- ha tornado en ruptura total por cuanto el trabajo que pretendía desarrollar en el trono no coincidía con el acordado en el presupuesto. Lamentablemente, no ha heredado la categoría de su padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario