Hoy quiero rendir un merecido homenaje a tres formidables artesanos; artistas cofrades que también me brindan su amistad desde hace ya varios años.
De un tiempo a esta parte, los tres han desarrollado trabajos para la Dolorosa que, desde el mes de Mayo, preside el patio de nuestra casa bajo la advocación de “Victoria”.
El primero de ellos, Rafael Carmona, por decirlo de alguna manera, es nuestro proveedor oficial en materia de bordados. Bromas aparte, prácticamente casi todo lo que se refiere a oro, encajes y demás lleva el sello de Rafael, uno de los artesanos más pulcros y cumplidores que conozco. Además, es el encargado de vestir desde hace muchos años la Virgen de la Encarnación –imagen de gloria que se encuentra en casa de mi abuela Ana- y ahora también de la Virgen de la Victoria.
Por otro lado, hace unos días recogimos en Puente Genil la diadema en plata de ley que habíamos encargado tiempo atrás a Jesús María Cosano Cejas. Otro gran artista y mejor persona -en este caso del metal y el cincel- que siempre nos abre las puertas de su casa para compartir estupendos momentos con su familia.

La diadema tiene como base el estilo churrigueresco, rematada en su parte central por estrella dorada de doce puntas, definiendo a la Virgen como Estrella que guía a los Doce Discípulos en su misión de Evangelizar una vez que Jesucristo no se encuentra en la tierra, de la que nacen ráfaga de rayos alternas rectas y onduladas en color dorado, declarando el aura de divinidad que rodea a María Santísima. Todo ello coronado en su parte superior central por Cruz calada como referencia de la Fe cristiana.
La diadema es diseño de Patricio Carmona, tercer artista del que quería hablar en este artículo, cofrade ”en excedencia” de Granada y al que siempre le estaré agradecido por su amistad, por los ratos de tertulia tan enriquecedores que compartimos y por supuesto, por sus increíbles dibujos.
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